Nuestra Ciudad

PERFIL DE LA CIUDAD DE GOYA

Ubicación: el Departamento de Goya está ubicado en la provincia de Corrientes, en el extremo noreste de la República Argentina, integrando la región Noreste junto con las provincias de Chaco, Santa Fe, Entre Ríos y Misiones.

Origen del Nombre: No se conoce con exactitud de donde proviene de nombre de la ciudad. Algunas versiones indican que se originó en el sobrenombre de Gregoria de Olivera, quién era una mujer conocida con el apodo de "Doña Goya". Junto a su marido, Bernardo de Olivera, habían instalado un almacén de ramos generales. Vivían en la zona del puerto, sobre el río Paraná, donde amarraban los barcos que solían pasar por el lugar. De allí se empieza a conocer el lugar como "lo de Goya", y la zona tomó este nombre.

Clima: subtropical templado, inviernos poco rigurosos, veranos de calor moderado.

Flora: algarrobos, alisos, aromos pequeños, ceibos, curupís, eucaliptos, laureles, palmeras, quebrachos, timbós, mburucuyás.

Fauna: aves: guacamayos, loros, cotorras, zorzales, calandrias, colibríes, cardenales, jilgueros, pavos de monte, caraus, palomas, perdices coloradas y copetonas, martinetas, tordos, juanchos chiviro grandes, chajás, garzas, cigüeñas, patos; mamíferos: carpinchos, coatíes, zorros, vizcachas, conejos, nutrias, varias clases de monos, osos hormigueros, ciervos de los pantanos, yacarés y gatos monteses; peces: surubíes, manguruyúes, dorados, pacúes, bagres (moncholos y armados), bogas y otras especies menores.

Folklore: chamamé, rasguido doble, polka correntina, valseado (ejecutado con bandoneón, acordeón y guitarras), chamarritas.

Comidas típicas: mbaipuí, chupín de pescado, guiso carrero, locro, asado con cuero. Otras a base de maíz o mandioca, zapallo y batata, como el chipá, torta frita, etc.

Bebidas características: mate, licores (coco y cítricos), vinos.

Artesanías: tejidos en mimbre y hojas de palmas (cesterías, sombreros, bolsos, etc.), productos de cuero de vaca (tientos, lazos, rebenques, monturas) y de carpincho (guantes y prendas de vestir.


PRINCIPALES DISTANCIAS: Provinciales

Corrientes

220 Km.

Bella Vista

80 Km.

Esquina

100 Km.

Mercedes

160 Km.

Colonia Carlos Pellegrini

280Km. (120 Km. de ripio)

Alvear

363 Km.

Paso de los Libres

285 Km.

Santo Tomé

240 km.

Concepción

220 Km.

Curuzú Cuatiá

235 Km.

Empedrado

165 Km.

Itatí

284 Km.

Ituzaingo

443 Km.

La Cruz

349 Km.

Mburucuyá

181 Km.

Monte Caseros

318 Km.

Gobernador Virasoro

460 Km.

Yapeyú

365 Km.

Aeropuerto provincial de Goya

6 km.

Nacionales

Buenos Aires

715 Km.

Resistencia

240 Km.

Gualeguay

443 Km.

Posadas

537 Km.

Puerto Iguazú

883 Km.

Córdoba

965 Km.

Formosa

345 Km.

La Rioja

1438 Km.

La Plata

924 Km.

Mendoza

1419 Km.

Neuquén

1774 Km.

Paraná

365 Km.

Rawson

2219 Km.

Río Gallegos

3364 Km.

Santa Rosa

1217 Km.

Santa Fe

396 Km.

Santiago del Estero

1354 Km.

San Luís

1204 km.

San Juan

1659 Km.

Salta

1914 Km.

S.S. de Jujuy

1904 Km.

S.M. de Tucumán

1589 Km.

Ushuaia

4028 Km.

Viedma

1915 Km.

 


Historia de Goya

Distintas corrientes migratorias fueron llegando a lo que es hoy el territorio argentino, alrededor del año 3000 a.C.

A la zona que nos ocupa arribaron descendientes de los indios del Caribe, los guaraníes.

Pertenecían a la gran familia lingüística tupi-guaraní, que abarca una gran parte de América del Sur. Sin embargo, en nuestro país no ocuparon grandes extensiones, se establecieron en las cercanías de los ríos Paraná, Uruguay, Iguazú y otras fuentes de agua de la región, en las islas más orientales del Delta del Paraná y en aquéllas que se encuentran más cerca de su desembocadura, también al norte de la provincia de Corrientes y en una pequeña parte del Chaco salteño.

La selva les proveía de todo lo que necesitaban para vivir: alimento, vestido, medicinas y cobijo.

Guaraní significa guerrero. Su dios era Tupa. No tenían templos ni ídolos; Tupa estaba en la naturaleza, en la brisa y en los sonidos de la selva. Amaban la música y tenían conocimientos de zoología, botánica y medicina.

Los guaraníes eran semi nómades, polígamos, no adoraban ídolos y comían lo que la naturaleza les proveía.

Transcurriendo la colonización española, la ciudad de Goya se originó como asentamiento en el siglo XVIII, motivado por el progresivo quehacer del comercio fluvial vía río Paraná. Por éste se daba salida y traficaba la importante producción agro-ganadera desde el Paraguay hacia el Sur, mercadería que llegaba al puerto de Buenos Aires y desde allí se reembarcaba, es decir era exportada principalmente con destino a Europa.

Este movimiento portuario fue acercando gente hacia el lugar, principalmente “paisanos” criollos, que hasta entonces habitaban en las tierras no inundables por donde estaba la traza del llamado Camino Real, con sus postas en el trayecto de Buenos Aires a Corrientes y Asunción.

De esta manera fue creciendo este poblado que con el tiempo se convertiría en el Puerto de Goya.

Por azar del destino, el matrimonio Bernardo Olivera y Gregoria Morales había resuelto establecerse al sur del río Santa Lucía, en las proximidades de la Reducción de Santa Lucía de los Astos, por entonces único sitio de civilización y evangelización de la zona. Aquí, en estas latitudes, levantaron su vivienda justo a orillas del río Paraná Miní.

Olivera se presentó ante el Real Cabildo pidiendo que  le sea concedido en depósito “un terreno vacío, yermo y despoblado, para poder criar en él algunos animales, para mantener a su numerosa familia... tierras que se encuentran en la otra banda que llaman Santa Lucía, en la costa del río Paraná (es decir, Paraná Miní)”.

Este petitorio fue escuchado por el Real Cabildo de Corrientes, se le adjudicó la tierra solicitada el 29 de agosto de 1771 con carácter de “merced” a uno de los que hasta esa fecha eran súbditos.

Según lo que ahora se sabe, Goya nunca fue fundada, es decir, no se cumplió con la ceremonia tradicional de conquista y colonización española para esos acontecimientos.

Fue declarada ciudad en 1852 y su nombre se puso en homenaje a la mencionada pobladora doña Gregoria Morales de Olivera (doña Goya), quien poseía un comercio de venta general y era famosa por la elaboración de quesos. 


Una triste historia: Camila O´Gorman Y Ladislao Gutiérrez 

Al finalizar el año 1847 y principio del 1848, nuestra ciudad se vería conmocionada por un trágico y desgraciado acontecimiento.

Un día de diciembre de 1847, llegaban a Goya el comerciante Máximo Brandier , joven apuesto y culto, y su esposa Valentina San, elegante y distinguida joven de 19 años, con intenciones de radicarse en nuestra ciudad.

Alquilaron un rancho frente a la Plaza Libertad (actualmente Plaza Mitre) y al poco tiempo se mudaron a una casa ubicada en la calle Mariano I. Loza, de propiedad entonces de Ciriaco Denis, a media cuadra de la costanera. Su cultura, educación y buenas maneras sirvieron de presentación para que el pueblo, siempre hospitalario, les abriera sus puertas. Demostrando poseer gran afición musical, no era raro ver en horas de la tarde a la señora de Brandier interpretando selectos trozos en el piano de la familia del señor Pablo Fernández, en la calle José E. Gómez.

Con autorización de las autoridades provinciales, abrieron en su casa una escuela mixta, en la que el señor Brandier atendía a los alumnos varones y la esposa a las niñas, dándoles también a éstas, además de la enseñanza primaria, lecciones de piano. De esta forma se desenvolvió la vida de los nuevos vecinos durante algunos meses, se los veía  siempre juntos teniendo como principal distracción prolongados paseos por la costa del río en horas de la siesta. Gustaban de ver pasar los barcos, que entonces lo hacían por nuestro riacho, añorando posiblemente el lejano hogar o la familia paterna.

Un día, pasó un buque cuyo capitán reconoció a los displicentes paseantes de la costa goyana, llevando la novedad al  gobernador, Don Benjamín Virasoro, quien de inmediato dictó un oficio para el comandante militar de Goya.

Perplejo, el comandante Juan Francisco Soto, ante la orden que acaba de recibir, hace llamar a su presencia a los esposos Brandier, a los que interroga, llegando a enterarse que los nuevos vecinos eran nada menos que el cura Ladislao Gutiérrez y Camila O´Gorman.

Ladislao Gutiérrez, joven tucumano, graduado de sacerdote y párroco de la Iglesia del Socorro, y Camila O´Gorman, niña de la más distinguida sociedad porteña, que habían cometido un delito de haber abandonado, uno la casa de Dios, y la otra el hogar paterno; hecho insólito que anonadó al clero, indignó a la sociedad y despertó la cruel ira de Rosas, que aunque nunca fue  un gran moralizador, se vio sin embargo atacado por los Unitarios refugiados en Montevideo, que lo hacían objeto de las más severas críticas, por un suceso limitado a la conciencia de dos jóvenes dispuestos a sacrificar todo, hasta la vida.

Rosas, molesto por tantos ataques, inquieto y malhumorado por la mal encubierta deslealtad de su teniente Urquiza, que ya se empezaba a manifestar, hizo colocar carteles con la filiación de los prófugos y pasó comunicación a los gobernadores federales para que procediesen a detenerlos.

El comandante goyano Juan Francisco Soto, conciente de sus funciones y previendo lo que iban a hacerles a los que ya vivían felices en este pueblo; les leyó la comunicación recibida de la superioridad, después de lo cual les brindó la oportunidad de que en el término de 24 horas desapareciesen de su jurisdicción, llegando hasta ofrecerles las cabalgaduras para la huída. Gutiérrez y Camila prometieron contestar definitivamente al otro día y respondieron lo que menos podía esperarse: que procediesen con ellos de acuerdo a la orden recibida. De Goya fueron remitidos a Corrientes, y de ahí, de acuerdo con instrucciones de Rosas, se los embarcó en un buque de velas que debía llegar sin tocar puerto alguno al de la capital argentina, donde estaban tomadas las precauciones necesarias para encerrar a Gutiérrez en un calabozo de la cárcel del Cabildo y alojar a Camila en dos habitaciones expresamente arregladas en la “Casa de Ejercicios”.

La fatalidad, que se había puesto en toda forma en contra de los acusados, hizo que el buque que los conducía no pudiese llegar a Buenos Aires; una tempestad lo arrojó contra la costa de San Pedro, donde el capitán hizo entrega de los preso al jefe de ese punto. Éste los recibió y de inmediato se desprendió de los mismos, remitiéndolos al campamento de Santo Lugares. La noticia llegó a Buenos Aires y el desventurado padre de Camila se presentó a Rosas pidiendo un severo castigo. Este, sin pérdida de tiempo, ordenó al comandante de Santo Lugares, Mayor Antonio Reyes, que los incomunique, les coloque grillos y les tome declaración. A la madrugada siguiente, o sea el 18 de Agosto de 1849, el comandante Reyes recibe orden de Rosas y obra en consecuencia, haciendo suministrar a los presos los auxilios de la religión y fusilándolos. No sin antes intentar salvarlos de tan trágico final.

Para Reyes, estas medidas significaban ver al gobernador erigido en pontífice y en censor de las costumbres. El cuadro que presentaba Camila, enferma y desfigurada por las huellas del sufrimiento, aunque no abatida, pues su orgullo fortalecía su corazón, hizo que éste comandante decidiese esperar durante varias horas una contra orden; al no recibirla, escribió una carta a Manuelita Rosas, comunicándole lo ocurrido para que interceda por Camila, al mismo tiempo pone en conocimiento del Restaurador que la rea estaba embarazada. El oficial de servicio de Palermo entrega ambas cartas directamente a Rosas, quien lejos de atender el pedido y haciendo caso omiso del estado de Camila, apercibe a Reyes y le ordena que cumpla sin más dilaciones.

El cura que asistió a los condenados, bautizó al hijo de Camila, haciéndole beber a ésta agua bendita. Antes de morir y al saber del destino que esperaba a Camila, Gutiérrez escribió en una tirilla de papel éstas palabras:

“Camila: mueres conmigo; ya que no hemos podido vivir juntos en la tierra, nos uniremos ante Díos. Te abraza tu Gutiérrez”.